La música como expresión artística
Según la definición tradicional del término,
el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente
de sonidos y silencios utilizando los principios
fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo,
mediante la intervención de complejos procesos psico-anímicos.
A veces
hablamos de la música y el arte como si
fuesen dos cosas distintas, como si por un lado concibiéramos el sonido musical
como una cosa aparte del arte, a quien le solemos atribuir un aspecto más
visual. Sin embargo, es un oxímoron tratarlos como dos áreas distintas. La
música no sólo es una de las ramas del arte, sino que
es uno de sus pilares imprescindibles.
El
concepto de música ha ido evolucionando desde su origen en la antigua Grecia,
en que se reunía sin distinción a la poesía, la música y la danza como arte
unitario. Desde hace varias décadas se ha vuelto más compleja la definición de
qué es y qué no es la música, ya que destacados compositores, en el marco de
diversas experiencias artísticas fronterizas, han realizado obras que, si bien
podrían considerarse musicales, expanden los límites de la definición de este
arte.
El sonido se convierte en música usando una sintaxis (la armonía y el
contrapunto) y una morfología (las formas) que lo convierten en lenguaje. Como
arte, “la música es una actividad exclusivamente humana. Es un arte que, a
diferencia de las artes plásticas y visuales, se mueve en una dimensión únicamente temporal y que es una manifestación
expresiva que no expresa”. Un cuadro, un edificio, una escultura se
pueden ver y tocar, tienen unas formas objetivas y unos colores determinados.
La música, en cambio, es subjetiva, cada persona la percibe de manera
diferente, generalmente no expresa ideas concretas.
Ya que la música
es el único lenguaje que posee los atributos contradictorios de ser a la vez
inteligible e intraducible, el creador musical es un ser comparable a las
deidades, y la música es el misterio supremo de la ciencia humana.
La música, como toda manifestación artística,
es un producto cultural. El fin de este arte es suscitar una
experiencia estética en el oyente, y expresar sentimientos,
circunstancias, pensamientos o ideas. La música es un estímulo que
afecta el campo perceptivo del individuo; así, el flujo sonoro puede cumplir
con variadas funciones.
La música es una de las expresiones más
fabulosas del ser humano ya que logra transmitir de manera inmediata
diferentes sensaciones que otras formas de arte quizás no pueden.
La música es un complejo sistema de sonidos,
melodías y ritmos que el hombre ha ido descubriendo y elaborando para obtener
una infinidad de posibilidades diferentes. Se estima que la música cuenta con
gran importancia para el ser humano ya que le permite expresar miedos,
alegrías, sentimientos muy profundos de diverso tipo. La música permite
canalizar esos sentimientos y hacer que la persona aliviane sus penas o haga
crecer su alegría dependiendo del caso.
La música como muchos saben es el arte por
el cual de la organización y la combinación coherente de sonidos y silencios
por algún instrumento los cuales pueden ser desde unos palillos hasta la ayuda
con el piano en todas las ocasiones que se toca algún de estos instrumentos es
necesario tener alguna emoción para poder expresar de una mejor manera
el ritmo de la música.
Una de las ventajas de poder expresar las emociones
en alguna melodía ayuda a muchas personas a poderse relajar y también
funciona para poder compartir la música y expresar situaciones o emociones a
las personas con alguna melodía.
A su vez en la música se encuentran muchas
emociones que pueden ser desde alegría hasta tristeza, desde la emoción de
vivir hasta el anhelo de morir y al igual esto nos ayuda a comprender más el
mundo que nos rodea.
Uno de los instrumentos más comunes por el cual se
puede expresar estos sentimientos es el piano, ya que el intérprete da a
conocer con lo que está tocando y al coordinar el tocar y expresar este
sentimiento ayuda mucho al pianista para poder ser más hábil y el público sepa
apreciar. En ocasiones la mayoría de la gente no hace esto provocando que la
melodía se venga abajo y que el público o el oyente se aburran y
tenga deseo de dejar de escucharlo.
Todos los que
de alguna u otra forma nos dedicamos a esta disciplina artística, tenemos la
obligación de dar a conocer los beneficios que la música de arte brinda, y así
lograr rescatarla y ponerla al alcance de un mayor número de personas; para
que, conociéndola, sepan distinguirla, valorarla, gozarla, y disfrutar de sus
bondades.
La música es un
arte que tiene muchas dimensiones. Se basa en una tekné, manifestada a través de la sensibilidad, que tiene como
objetivo deleitar, emocionar o producir un choque. Tiene una
incuestionable función social.
Es fruto y es mediadora de una experiencia estética, tiene una dimensión abstracta, si se quiere
decir, simbólica; la música no imita ni describe, no es mimética, sino que
refleja estados de ánimo. La
música es poética y por eso no directamente en busca de expresión (Radigales,
2002: 32-33). En palabras de Adorno (2000: 30), la música “comparte con todas
las artes el carácter enigmático,
decir, algo que se entiende y que, sin embargo, no se entiende”. Como lenguaje,
no hay que olvidar el factor
retórico de la música, inherente al discurso que una partitura o
una audición lleva en sí misma. Radigales estratifica la música según los
conceptos tradicionales de la retórica.
Como lenguaje,
la música es un sistema de signos que expresan ideas, pero, además, tiene
una función emotiva (tradicionalmente
vinculada a la tonalidad), así como una función poética y estética propia de las artes. La música
tiene una elevada capacidad de introspección y al mismo tiempo permite la interacción con los demás porque
actúa sobre qué somos y quiénes somos.
Stravinsky
remarca la dimensión espiritual con
estas palabras: “Y es así como se nos aparece la música: como un elemento de
comunión con el prójimo y con el Ser”.
Otra
singularidad respecto a las artes plásticas es que la música permite distinguir
dos momentos o estados: la música
en potencia y la música en acción. Fijada en el papel o retenida en la
memoria, la música preexiste a su ejecución, difiere en esto de todas las demás
artes. Esta naturaleza particular ambivalente supone que haya dos clases de
músicos: los creadores y los intérpretes. También, a diferencia del resto de las
artes plásticas, en las que la obra terminada se presenta siempre idéntica a
los ojos del público, la interpretación musical depende de muchos factores que
no pueden ser previstos, “depende de la fidelidad y de la simpatía, sin las que
la obra será unas veces desfigurada, otras inerte, y en todos los casos,
traicionada”.
Con la
tecnología digital, el espacio y el tiempo se han relativizado porque podemos
acceder a la comunicación en cualquier lugar y en cualquier momento. A la
música le ocurre algo similar, aunque no exacta, con la imaginación: “La
música, patrimonio inmaterial e ingrávido, viaja ágilmente en el
espacio y el tiempo, y en esta facilidad de movimiento reside buena
parte de su poder para evocar otras épocas, otros países, otras realidades que
ni siquiera hemos vivido, pero que nos parecen tan cercanas gracias,
justamente, a la música”.
Estas
características singulares y las diferentes dimensiones de la música
(subjetiva, estética, espiritual, poética, social, emotiva, abstracta,
retórica, etc.) llevan a Gardner (2003) a afirmar que, si conseguimos explicar la música, podemos
encontrar la clave del pensamiento humano. Esta afirmación nos lleva a
hacer el siguiente planteamiento inverso: si queremos desarrollar las
potencialidades del pensamiento humano, debemos potenciar la educación
musical. La educación integral de
las personas y su competencia musical pasa por conocer y aprovechar el enorme
potencial de la música en sus múltiples dimensiones.